Ser como los árboles

 Los árboles son seres mágicos, seres que nos invitan a reflexionar, a escuchar, porque aunque no nos hablen como lo hace una persona, nos dan mensajes que sólo aquellos dispuestos a escuchar, entienden. Son seres con mucha sabiduría, pues son nuestras ancestros  y como tal, están llenos de conocimientos; conocimientos que a través de la danza de sus ramas con sus hojas frescas, nos invitan a purificar el alma con la brisa que producen.

De repente llega a mi mente la imagen de los árboles en otoño, que comienzan a un proceso muy profundo  del cual vendrá el  florecimiento en primavera y luego el verano y como todo proceso funciona igual que las estaciones del año, es un ciclo y parte del trabajo es saber en qué estación se está y actuar en consecuencia.

Así de simple es la transformación de estos seres maravillosos que no muchos conocen por los  procesos que pasan para llegar a ser quienes son. Lo mismo sucede con nosotros,  ocurren varios procesos para poder  crecer mentalmente y en ciertos casos, espiritualmente.

En las estaciones del año podemos ver que es bastante marcado el proceso de florecimiento, así también pasa con nosotros.  Tenemos esos momentos de silencio, de quietud (no de estancamiento) que aveces nos llevan a cuestionarnos qué estamos haciendo, son pausas necesarias para reflexionar que sí y que no es lo que realmente queremos en nuestro camino por la vida. Esta parte del proceso es la que no se puede ver; tal cual pasa con los árboles , no podemos ver su crecimiento a simple visto pero en el fondo está teniéndose para poder florecer.

Todo procesos lleva su tiempo y es necesario que los abracemos,  que los aceptemos, porque sólo de ésta manera podremos crecer, podremos florecer  y llegar a saber, a conocer quien realmente somos y aceptarnos con nuestros defectos,con nuestras virtudes pero sobretodo a amar ese ser imperfecto que muchas veces se nos olvida que, para llegar a ser quienes somos, hemos pasado por muchas cosas como los árboles y aunque los procesos sean lentos, pequeños o grandes, no podemos descartarlos porque gracias a ellos que nos enseñan,  que son nuestros " maestros" es que podemos evolucionar.

Amemos nuestros procesos y seamos pacientes como los árboles, porque en esos instantes es donde se nos pone a prueba y nos dicen que esperar nuestro momento es más importante porque es ahí que adquirimos sabiduría.

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